lunes, 11 de febrero de 2013

CANNABIS Y GLAUCOMA



El glaucoma es una enfermedad degenerativa que afecta al nervio óptico, produciendo un daño permanente en la visión y posible ceguera en caso de no recibir tratamiento. Las células ganglionares de la retina del nervio óptico se destruyen de manera progresiva, por razones que no están completamente claras. Factores como la genética, la dieta y el entorno desempeñan un papel que aún no se ha determinado en el desarrollo de esta enfermedad.
Un diagrama que ilustra la progresión del glaucoma

Presión Intraocular Alta

Se suele asociar el glaucoma con un aumento de la presión intraocular (PIO), causado por una acumulación de humor o líquido acuoso, uno de los dos fluidos principales que se encuentran dentro del ojo. Sin embargo, aunque la PIO elevada representa un factor de riesgo importante, muchas de las personas que padecen una neuropatía óptica (daño en el nervio) relacionada con el glaucoma presentan niveles normales de este líquido.
En 1971, Hepler et al. informó en una carta a la prestigiosa revista JAMA Ophthalmology de que el uso de cannabis fumado había reducido la PIO en un 25-30%; sin embargo, la opinión de la comunidad médica sigue dividida ya que muchos se preguntan si el cannabis es más eficaz que los tratamientos actualmente disponibles. Desde entonces, se han realizado varios estudios que han confirmado estos hallazgos, pero sus resultados con frecuencia no fueron concluyentes debido o bien al pequeño tamaño de la muestra realizada o a limitaciones de otro tipo.

El humor acuoso y la red trabecular

Existen varios tipos de glaucoma. El glaucoma congénito (en el que el paciente manifiesta síntomas desde el nacimiento o durante la infancia) se produce en solo uno de cada 10.000 nacimientos, y puede derivar en ceguera en torno al 10% de los casos. Los dos tipos principales de glaucoma primario en adultos – el glaucoma de ángulo abierto (GAA) y el glaucoma de ángulo cerrado (GAC) – afectan a uno de cada 200 adultos menores de cincuenta años y a uno de cada diez adultos mayores de ochenta.
El “ángulo” al que se refiere esta nomenclatura alude a la zona entre la córnea y el iris, a través de la cual el humor acuoso fluye en su camino hacia la red trabecular, que es el tejido poroso y esponjoso responsable del drenaje del humor en el torrente sanguíneo. La PIO está relacionada con los resultados de GAA cuando el flujo de salida a través de la red se reduce debido a la degeneración del tejido trabecular. En los casos de GAC, se produce un desplazamiento del iris hacia adelante contra la córnea bloqueando completamente el flujo de humor acuoso, lo que conduce a una rápida acumulación de fluido y a sentir dolor intenso.

Glaucoma de ángulo abierto y glaucoma de ángulo cerrado

GAA es una enfermedad crónica que puede tardar años en desarrollarse y que, por lo general, conduce a la pérdida severa de visión puesto que la enfermedad evoluciona sin dolor y sin síntomas aparentes hasta una fase avanzada. Antes, incluso, de que sea percibida por los afectados no se tiene constancia de ataques agudos. Esta forma de glaucoma es la más frecuente, con diferencia, y representa el 74% de los casos en todo el mundo y más del 90% en los EE.UU.
Las altas tasas de GAC se asocian a la población femenina, asiática y africana
GAC es más comúnmente una enfermedad aguda que avanza con rapidez, pero que causa suficientes síntomas graves como para que los pacientes normalmente requieran tratamiento médico urgente, lo que en general produce un daño menor que el que se ocasiona a menudo en los casos de GAA. GAC afecta desproporcionadamente a las mujeres, a la población del este asiático y a las personas de ascendencia africana: el 87% de todos los casos de GAC se encuentran en poblaciones asiáticas. Se cree que esta discrepancia se debe a que estos grupos demográficos normalmente presentan una cámara anterior (la cavidad dentro del ojo que contiene el humor acuoso) poco profunda.

La polémica sobre el cannabis como tratamiento del glaucoma

A pesar de que se han llevado a cabo varios estudios desde Hepler et al. (1971), no ha sido posible llegar a un consenso debido a la necesidad de investigar más profunda y más exhaustivamente la compleja bioquímica que entra en juego. Los resultados de los estudios realizados han sido un tanto inconsistentes. Asimismo, mucha información de dudosa validez ha llegado de un modo u otro hasta el paciente. El Dr. Keith Green, un notable investigador del Colegio de Medicina de Georgia, declaró en 1998 que el tratamiento médico de la PIO supondría tener que fumar “al menos 3.300 cigarrillos al año”.
El Dr. Green basa este cálculo en los resultados de estudios anteriores, incluyendo Hepler et al., el cual demostró que la disminución de la PIO inducida por cannabis y experimentada por la mayoría de los pacientes con glaucoma duraba sólo tres horas. Green predijo que, como el tratamiento del glaucoma requiere de una constante reducción de la PIO, tendría que volver a administrarse cannabis de forma repetida ya que su efecto desaparece.

La importancia del método de consumo

Este anuncio alarmante puede haber hecho que muchos pacientes creyeran que el cannabis no era una opción de tratamiento adecuado, una conclusión que no es necesariamente exacta. Además, esta opinión previamente expuesta presenta diferentes problemas, algunos de los cuales se tratan en este artículo, tales como la relación variable de los cannabinoides que se encuentran en la hierba de cannabis y el método de la ingestión. En cuanto a este último, la investigación ha ido más lejos en lo que respecta a los efectos del cannabis fumado que en lo que se refiere a los efectos de los cannabinoides individuales, aunque el THC al menos se ha estudiado por separado.
Si bien los efectos negativos de fumar cannabis son controvertidos, no se discute que el control de la dosis es más problemático y que las proporciones de cannabinoides absorbidos pueden variar mucho. También puede haber más efectos secundarios asociados a fumar cannabis que a la ingestión de la sustancia a través de aplicaciones sublinguales, vaporizadores de marihuana u otros métodos alternativos. Además, la cantidad necesaria para reducir la PIO con éxito, así como la duración del efecto, puede variar entre pacientes.
Sin embargo, en las propias palabras del Dr. Green, “es indiscutible que fumar material vegetal de cannabis causa una reducción en la presión intraocular (PIO) en el 60-65% de los usuarios”. A pesar de que es necesario investigar de una manera más precisa sobre cómo se logra esta reducción, el resultado final es que, de hecho, el cannabis tiene el potencial de ser muy útil en la lucha contra el glaucoma , enfermedad que se calcula afecta a más de 60 millones de adultos en todo el mundo y por la que, desde luego, merece la pena luchar.
Un caso típico de glaucoma agudo que muestra la vasodilatación de los capilares y un ojo de forma irregular

Es preciso aclarar la relación entre cannabis y glaucoma

A pesar de la controversia actual, se han llevado a cabo varios estudios sobre los efectos del THC y otros canabinoides sobre la PIO. En 1979, un estudio mostró que el THC reducía la PIO con más intensidad y de una forma más duradera en los pacientes con glaucoma hipertensos que en los normotensos. Un estudio posterior, de 1981, demostró que al aplicar THC de manera tópica en diferentes concentraciones se reducía la presión intraocular en modelos animales, pero los resultados no pudieron ser reproducidos en humanos. Otro estudio, realizado en 1984 con conejos, en el que se analizaron treinta y dos cannabinoides diferentes, llegó a la conclusión de que ciertos derivados del Δ9-THC y Δ8-THC eran más activos en la reducción de la PIO que los cannabinoides de los que procedían.
Más tarde, un estudio de 2002 que investigó los efectos de la administración oral de cápsulas de THC junto con cannabis fumado, encontró una disminución general de la PIO con ambos métodos de ingestión, pero sólo nueve pacientes fueron incluidos en la muestra del estudio que no pudo lograr resultados muy precisos. Un estudio posterior sobre el Δ9-THC y el cannabigerol, realizado en 2009 en gatos, demostró que ambos cannabinoides reducían notablemente la PIO, pero estos resultados tampoco se han podido reproducir aún en humanos.
Claramente, existe una relación definida entre el sistema endocannabinoide y el desarrollo del glaucoma. A medida que nuestro conocimiento aumente aprenderemos mucho más, sin duda, de esta importante relación.


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